Dejémoslo claro desde el principio: gran parte de la culpa es nuestra y de las generaciones anteriores, por no habernos dedicado a hacer una buena difusión y no haber valorado correctamente nuestro trabajo. Que mil años dan para mucho, pero a veces parece que nos interese guardárnoslo para nosotros. Por otro lado, huimos de los tópicos como de la peste (y aquí se podrían hacer bromas muy apropiadas, pero soy seria y me las callaré) pero perdemos de vista que si dedicaramos tiempo a desmentirlos, empezaríamos una muy necesaria tarea de divulgación.
Hechas las autocríticas, vayamos al tema. No somos unos bichos raros. No, en serio. Somos investigadores, y cada vez que alguien usa la expresión “es que estamos volviendo a la Edad Media” de forma peyorativa, algo muere en nuestro interior. Es la demostración de que algo no estamos haciendo bien y de lo poco que se conoce esta época.
Otra buena manera de matar de un infarto a un medievalista es preguntarle si “algo” existía en la Edad Media. Por ejemplo, ¿existía la medicina en la Edad Media? Definitivamente algo estamos haciendo mal si podemos imaginarnos un médico romano pero no uno medieval.
Tampoco son pocas las personas que asocian la Edad Media con caballeros, castillos y princesas, olvidando aproximadamente al 95% de la población de la época.
Y es que demasiado fácilmente se han reducido mil años a un único atuendo, una única religión y, sobre todo, un conjunto de barbaridades que parece sólo tienen cabida en la Edad Media. Por poner un ejemplo, no es difícil encontrar museos de la tortura y la inquisición (ah, sobre este punto podríamos hablar largo y tendido, y espero que lo hagamos) en las ciudades europeas, olvidando que tuvieron un papel protagónico en la época moderna. Casi cualquier barbaridad que podamos pensar sobre la Edad Media, la podemos encontrar también en épocas anteriores o posteriores, pero por algún motivo esos mil años de “oscuridad” se llevan toda la mala fama.
Como investigadores deberíamos plantearnos en serio la difusión de esta época y empezar a destruir mitos utilizando todos los recursos posibles. Gracias a las nuevas tecnologías tenemos nuevas maneras de llegar a la gente e incluso de hacerlo más ameno. Por ejemplo, la Universidad de Rice propone un nuevo curso para dar a conocer las sagas escandinavas de una forma atractiva e innovadora: http://english.rice.edu/Content.aspx?id=2147483658 Y quizás deberíamos seguir su ejemplo.
Bueno, vale, tal vez sí que seamos un poco frikis.
Clara Jáuregui